Manny Pacquiao, el catorce veces campeón del mundo, lleva una auténtica vida de fe

El mejor boxeador ‘libra por libra’ con un palmarés que no tiene comparación en la historia de este deporte, Manny Pacquiao es la figura emergente dentro del complejo entramado de las doce cuerdas. Ha sido campeón del mundo catorce veces en diversos pesos de distintas divisiones, siete títulos en siete categorías, una proeza que se podría decir ¡¡nalcanzable!

Pacquiao combina técnica y pegada y con ambas se ha convertido en un héroe nacional filipino, habitual tanto de la publicidad como de las obras de caridad. Incluso fue considerado una de las personas más influyentes del mundo en 2009 y Forbes lo situó como el sexto deportistas mejor pagado. Ha sido cantante, actor y en el 2010 logró lo que no pudo en el 2007: entrar en la Cámara de Representantes como diputado. Logró un 66,35%. En la vida personal tiene un compromiso de fe coherente con Dios. Casado y con cuatro hijos, era conocido por asistir a misa tras cada combate, cual fuese el resultado. Sus rezos de rodillas sobre la lona antes de cada enfrentamiento forman parte del anecdotario de la historia del boxeo. Pacman (apodo de combate) nació en una familia muy pobre. Empezó a boxear con 16 años y su primera pelea profesional –a cuatro asaltos contra Edmund Ignacio– la ganó por decisión, convirtiéndose en estrella de un programa de televisión. Fue educado religiosamente y de pequeño llegó a pensar en ser sacerdote, pero hoy la batalla por Dios la libra de otra forma. Se preocupa por los más necesitados (en particular, la construcción de escuelas), cuyas duras condiciones de vida conoce por experiencia. En el Parlamento ha dejado clara su postura contraria al divorcio y al aborto, en defensa de iniciativas que permitan llegar mejor preparado al momento de fundar una famiilia, y que ofrezcan alternativas a las mujeres que estén pensando suprimir el embarazo.