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De otro mundo

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    Sometió a su organismo a condiciones extremas que pudieron ser fatales. El paracaidista austriaco Félix Baumgartner rompió la barrera del sonido sin ayuda mecánica, y aterrizó sano y salvo en la tierra después de lanzarse desde una cápsula a 39 kilómetros de altura.

    “Durante unos segundos pensé que iba a perder el sentido. Si ello hubiese pasado, no habría podido activar el paracaídas y habría muerto”, declaró Baumgartner, quien descendió en caída libre a una velocidad máxima de 1.342 kilómetros por hora.

    “No he sentido ese golpe sónico. Estaba demasiado ocupado manteniendo el control”, comentó sobre esos quince minutos que duró el descenso.

    El austriaco tuvo que soportar varios riesgos en el ascenso en globo hasta los 36 mil 576 metros. A los 19 kilómetros cruzó la llamada línea de Armstrong, a partir de la que la presión atmosférica es tan baja que el agua se evapora.

    La baja presión implicó otros retos. Producto de la expansión de los gases del cuerpo pudo sufrir una embolia derivada de la formación de burbujas en el riego sanguíneo. Pero su óptima preparación le permitió a Baumgartner caer sin complicaciones.

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