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Gritos del alma

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    Nakhon Ratchasima, Tailandia

    El eco de sus cánticos lo tenemos en el corazón. Sus sagradas manos, que hicieron un solo puño, parece que continúan acariciando nuestra bandera. Y sus cuerpos en el aire nos hacen pensar que son nuestros ángeles de la guarda.

         Estupendas. Fantásticas. Con sus pocos abriles lograron trepar a sitios de gigantes y ya están entre las cuatro mejores selecciones del mundo. Derrotaron 3-2 a su similar de Serbia y nos cachetaron ayer por la mañana.

    Si el sentido de la vida cambió para nosotros desde tan lejos, habrá que entender lo que sentirán Ángela Leyva, Maguilaura Frías, Rosa Valiente, Luciana del Valle, Shiamara Almeyda y compañía.

    Fueron un remolino de emociones ante las europeas. Podían caerse, pero siempre encontraban la forma de ponerse de pie ante la mirada atónita de las antagonistas. Si no era el amor propio, era el español de esquina de Natalia.

    Punto aparte para ella. Con el cabello recogido. El relojito negro en la muñeca derecha y los ojos como del Exorcista jugó contra los demonios del resto. Una “desahuevada” cada tanto y listo. Sacudía el motor de sus pupilas.

    Málaga recurría a sus secretos.  A esos que ningún enemigo entendía. Les decía de “pe” a “pa” y eliminaba las frustraciones. Así  llegamos hasta sitios celestiales. Hasta rincones que era imposible de tocar. Estas chicas  nos enseñaron lo que hay detrás de estas palabras: Perú.

    Libero Impreso

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