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Lo que tu viejo no te contó: El che Roa dejó el fútbol para convertirse en cura

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Carlos Ángel Roa vino al Perú con la selección argentina y mostró sus dotes de golero extraordinario, sin embargo, a los 28 años, en la cúspide de su carrera, decidió dejar el arco y convertirse en sacerdote evangélico. Era un guardameta muy prometedor, que incluso fue recibido con honores en su país al atajarle a Inglaterra el penal decisivo que los dejó fuera del Mundial de Francia 98.

Tras iniciarse en el Racing de Avellaneda y brillar en Lanús, saltó el charco para jugar en el Mallorca, entrenado en aquella época por Héctor Cúper. Sus buenas campañas hacen que se interesen por él los clubes más grandes de Europa, incluido el Manchester United para suplir la baja de Peter Schmeichel, el mítico portero de los “Red Devils”.

Nada de toda esta euforia le hizo que cambiara su decisión de dejar el fútbol para dedicarse a su religión: “La Iglesia Adventista del Sétimo Cielo”. Renunció a ofertas millonarias, fama y prestigio para dedicarse en pleno a su fe.

El portero ya había hablado alguna vez de sus convicciones religiosas. Cuestionado porque situaba un punto entre los números 1 y 3 del dorsal 13 con el que jugaba, pero él aclaró que no se trataba de una cuestión supersticiosa, sino que esos números eran los correspondientes a Jesús y a la Santísima Trinidad.

Tras un año de retiro, se debió arrepentir y anunció su regreso a los terrenos de juego, eso sí poniendo como condición no jugar los sábados, día de descanso y oración para los fieles de dicha iglesia.

Volvió a tapar hasta los 37 años (Mallorca y Albacete), regresando luego a su país para fichar por el Olimpo de Bahía Blanca. También tuvo que luchar contra un cáncer testicular, que superó. Hoy se dedica al entrenamiento de guardametas.

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