Los brujoslos Andes

no mata el tiempo pensando en las musarañas ni cazando “churruminos” a muy pocos días de iniciarse el año del Mundial. Ricardo Gareca traza fórmulas, mueve imaginariamente sus fichas, baraja nombres, juega con las probabilidades. Y repite: “Nos enfrentaremos a una realidad que no conocemos, muy disitinta a la que vivimos en las Eliminatorias, pero hay que prepararnos con el objetivo de ser competitivos”.

Con lo precisado, se presume que Perú tratará de mostrarse como un equipo equilibrado, sin fracturas en sus líneas, com pacto, simétrico en su accionar defensivo y prudente a la hora de soltar a los caballos. Pero cuidado, ser precavido no significa regalarle la iniciativa al adversario y menos entregarse con moñito. ¡No!

Gareca replanteó su “cuadrado mágico” con Édison Flores, Cristian Benavente -que tendrá su chance gracias a su espectacular momento en el Sporting Charleroi- Christian Cueva y Jefferson Farfán si es que a Paolo Guerrero no le alcanzan los argumentos de defensa. Esa columna vertebral tiene fútbol, desequilibrio, cambios repentinos de ritmo, cierta dosis de magia, fuerza y culminación.

Claro está que los picos de producción son cíclicos. Si Andre Carrillo, por ejemplo, se sacude de su letargo podrá pelearle el puesto a la “Foquita”, un dado al aire mientras no se resuelva la situación de su “hermano” Paolo. Igual pasa con el “Chaval” Benavente, un chico buena onda, popular, que le cae bien a todo el mundo, pero que apenas participó en dos partidos de las Eliminatorias. El momento de los jugadores será crucial en la determinación de Gareca. •