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¡Y todo gracias a ‘Papá’ lindo!

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Sergio Ibarra apareció cansado, pero con el rostro lleno de fe. Debía cumplir una promesa: agradecer al milagroso Señor de Huanca por ayudarlo a salvar al equipo. Por eso, el “Checho” llegó con su familia hasta el santuario ubicado en el Apu, o cerro, de nombre “Pachatusan”, que quiere decir “el que sostiene el mundo”.

Al pie de la cumbre, en pleno Valle Sagrado de los Incas, Ibarra se presentó con sus hijas Pamela, Valentina y el pequeño Facundo, su esposa Rocío y el preparador físico Carlos García, quienes subieron la cumbre utilizando la pista que conduce al santuario. Rezaron 20 minutos y reflexionaron, mientras los hinchas los esperaban para aplaudirlos.

“Poszgai (Joseph) –ex jugador de Cienciano– me regaló el cuadro del Señor y desde entonces me encomiendo a él. Es milagroso, le pedí que nos ayudara, que comprenda nuestro sufrimiento. El Señor me escuchó”, dijo Ibarra.

San Checho

El “Checho” hizo un balance sobre la campaña del equipo. “Llegué con la esperanza de ser el goleador, salía de una lesión que contraje en Aurich y esperaba botar la mala suerte”.

Contó además los motivos por el cual se quedó. “Juvenal me dijo dirija momentáneamente hasta buscar un nuevo técnico y le creí. Al inicio nos fue tan bien que nadie quería que me vaya, luego se dio la falta pagos”. Rocío, su esposa, se mete al diálogo. “Casi nos vamos, pero reflexionamos”.

“Y fue terrible –dijo Ibarra–, con decirte que he bajado varios kilos, estoy arrugado, se me han caído algunos dientes, no podía dormir. Ahora quiero estar con mi familia y mi suegrita. Pienso jugar un año más, retirarme como goleador y capacitarme para técnico”.

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