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¿A QUIÉN CONTRATO?

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¿A QUIÉN CONTRATO?

Desde hace años, en muchas partes del mundo, el fútbol es considerado como una industria. Le dicen así por la cantidad de dinero que mueve, por la atención que despierta en el hombre y por la profesionalización que se requiere para su manejo.

Esa parte organizativa, técnica, gerencial, financiera, marketera necesita de personas que se hayan capacitado para estar en este rubro específico sin sentirse como perro en cancha de vochas.

Pero todo este aparato corporativo que hay detrás de un club de fútbol tiene a un hombre, sí, uno sólo, quien toma las decisiones de cómo, cuándo, con quiénes y por dónde debe atacar o defender el equipo. Ese señor es el DT, antiguamente llamado entrenador o también “el profe”.

Ese DT tiene, no debe, estar en la capacidad de poder manejar las diferentes situaciones críticas que se presenten en su equipo, las mismas que, dependiendo del club, hinchas, sponsors, presupuesto, socios, prensa, pueden ser más o menos difíciles de manejar.

Acaso se le puede encargar tamaña responsabilidad a cualquier tipo que haya pateado una pelota o  que sólo sepa ver bien el fútbol o  a un  técnico motivador o a un ex referente del club.

La presión que ejerce la hinchada y la prensa no es la misma para todos porque hay equipos y equipos.

En estos tiempos el sponsor y el canal que le compra los derechos a un equipo no solo negocia, pelea el precio y suelta el cheque de la operación, ahora estas compañías designan un representante que está en constante vigilancia de la inversión que coloca el auspiciador, por una cuestión simple: el éxito o fracaso del equipo es parte del éxito o fracaso de la empresa que tomó la decisión de poner su nombre en el pecho.

La junta directiva debe analizar y acertar a la hora de elegir en manos de quién pone la responsabilidad de manejar esa cantidad de millones de dólares que significa hoy por hoy un club de fútbol.

Haber pateado la pelota es importante, tener título también, pero con solo eso ya no alcanza.

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