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Papá a lo macho

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Con el peso de los antepasados retumbándoles a cada instante en la memoria y con la insignia brillante de haber escalado de una temporada a otra a grandes trompicones, los cusqueños llegaron a Moquegua con la consigna de conquistar el oro en una ciudad donde prolifera el cobre.

Sino que lo señalen esos 90 minutos de ayer con un empate a cero, con las imperfecciones grabadas en los botines de los atacantes, con un local ahogado por sus propios miedos al retar a Noriega y con un Cienciano que por lo expuesto en el 25 de Noviembre sacó un valioso punto que aún lo congela entre los de arriba del torneo.Y es que los dirigidos por Marcelo Trobbiani se pararon en el terreno de juego con el respaldo de los números en la tabla del campeonato, pero con algunas lagunas mentales al momento de plasmar su ritmo, ante un Cobresol que desafió desde el primer minuto a ese puntero “mentiroso” –tenía la misma cantidad de puntos que Alianza Lima y Universitario hasta ese entonces– y que se refugió en todo el cotejo en las manos benditas del colombiano, Walter Noriega, que valgan verdades se ha transformado en un paladín silencioso y eficiente.

Cabe señalar que lo mostrado por los “dorados” y “rojos” se resumió en esos manotazos al aire que protagonizaron Larry Yáñez y Juan Carlos Mariño –ambos expulsados– a los 16 minutos de la primera mitad.

Imperiales blindados

Lo reproducido en la etapa complementaria fue un calco de los primeros 45’. Los guiados por Teddy Cardama se adueñaron de la pelota, pero sin tener una meta al frente. Disparaban, disparaban y volvían a disparar. Sin embargo, nada, pues daba la impresión de que Cienciano era un escudo blindado a punta de carne, hueso e impotencia.

Al final, el dueño de casa se quedó con la duda de que quizás pudo lograr algo más que un tibio empate, mientras que el ex puntero saboreaba a medias una igualdad que pudo ser derrota, ya que mezquindades aparte los hijos del Inca apelaron a su historia de guerra para salir ileso de un episodio que pudo acabar en una tragedia. Ahora solo el destino dirá si ese puntito va a tener con el tiempo un agrio sabor.

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