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La pena es máxima

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Su venida a la “U” fue pintada de tal forma que los niños por poco y lo confunden con supermán o el hombre araña, pero Johan Fano, la estrella más luminosa del Barcelona perucho versiòn Julio Pacheco no es siquiera fugaz, porque no ilumina y lo que es peor, nunca aparece cuando puede cambiarlo todo con un gol.

En el minuto 41 del segundo tiempo pudo cambiarlo todo  a favor la de Universitario, convertirse en figura y tirarse a la espalda el ego de que bajo sus pies el equipo salió ganador, pero nada fue así.

Rainer Torres había hecho lo que Lionel Messi el Barza; se introdujo en terreno agreste como Pedro en su casa, para hacer famoso a Ruidíaz con un pase preciso. Muente lo trabó dentro del área y Arellanos lo pitó. Lo que no se pudo hacer en todo el partido, Fano cara a cara con Ferreyra lo pudo cambiar, pero cuando pudo ser héroe, se fue a las duchas como villano.El tramiteHabrían jugado media hora más, y no se hubieran hecho nada. Abroqueladas las defensas, desatada la batalla campal en mitad de cancha, y con la pólvora mojada los delanteros, el más perjudicado de la  fría noche fue el respetable. Y es que el apagón que amenazó el desarrollo del partido y la demora del mismo por negligencia de los merengues que se olvidaron de llevar la camiseta alterna, generó más vergüenza que otra cosa.Es por eso que producto de la impotencia de uno y otro equipo, sobresalieron más los manazos, las amenazas para seguirla a la salida.

El empate no le favorece a los dos, menos a la “U” que pugna por involucrarse en los primeros lugares de la tabla de posiciones. Lo in vertido no justifica, y al que comienzan a mirar de reojo es al técnico Chemo del Solar, porque con tanto equipo no está colmando las expectativas.

Los jugadores tienen parte de responsabilidad de éste desgradable momento, no realizan lo trabajado en la semana y aquella garra crema que desde hace años es propia de la U, tampoco sale a flote pese a que en la zona técnica la imagen del “Puma” Carranza es ejemplo claro a través de los últimos años.“Tenemos que cambiar, asì no vamos a ningùn lado”, profiriò más de uno rumbo  a las duchas, despintado el número de sus camisetas.   

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