0

¡Cómo duele ganar!

Únete a nuestro canal de WhatsApp

Hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé. La selección peruana logró escapar de una masacre a manos de unos bárbaros africanos y, con coraje y poco fútbol, se impuso por 1-0 a su similar de Senegal en una noche fría, pero intensa, lo que significó la despedida de nuestros muchachos antes de viajar a Argentina.

En el último encuentro previo al debut en la Copa América, Sergio Markarián envió a sus mejores hombres al campo de juego, temiendo que alguno de sus soldados termine abatido por la violencia del rival.

Los temores del estratega uruguayo empezaron a transformarse en un eco de desgracia cuando “Cachito” Ramírez, Luis Advíncula, Carlos Zambrano, Josepmir Ballón y Paolo Guerrero acabaron mal, heridos por los golpes recibidos en el césped bien cuidado, pero pésimamente iluminado, del estadio de Alianza Lima.

Dos tiempos

En la primera etapa, Perú no asustó. “Solanito” Guevara y el zurdo Cruzado no encontraron ideas para alimentar a Advíncula, Carrillo y Guerrero. Entonces, había que cambiar de rumbo, como sucedió en el tiempo complementario.

Los laterales se acordaron de correr por las bandas y los volantes crecieron en espíritu de lucha en su deseo de entrar en la lista privilegiada del “Mago”.

Cuando el 0-0 apagaba los alaridos de la tribuna fiel, y en las afueras de Matute los chicos se ponían “hermosos” de vacilón, apareció el referente, la carta de gol de esta selección que días previos perdió a sus principales figuras (Pizarro y Farfán).

Paolo Guerrero, el muchacho humilde que sufre y ríe como cualquier mortal, recibió un pase maravilloso de Guevara a los 89’ y con esa zurda que vale millones de euros (su derecha vale más) le envió un misil al primer palo del arquero senegalés y selló la victoria. Después lo golpearon y la felicidad de todos perdió brillo.

Libero Impreso

EDICIÓN DIGITAL

EDICIÓN DIGITAL

OFERTAS DE HOY