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Hasta el Cul...ebra

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Hasta ayer era el chiquilín con suerte, el moreno prodigio que en un abrir y cerrar de ojos se marchó de Matute directo para Lisboa, y que se había ganado el derecho para jugar la Copa América por el espaldarazo de un “Mago”; después del minuto 91 se convirtió en el “gato negro” que tuvo la desdicha de quitarnos la ilusión por enésima vez.

André Carrillo sufrió su propio culebrón en su debut oficial con la selección nacional, cuando anotó para su inexplicable mala fortuna el autogol con el que Chile doblegó a este Perú corajudo, que nunca bajó los brazos y que siempre dio pelea.

Se jugaba el minuto 76, Markarián no paraba de mirar su banco y agarrarse la cabeza. De inmediato cerró el puño y ordenó el ingreso de la “Culebra” en lugar de Toñito Gonzales. En Lima solo había gestos de incredulidad. Lo había decidido: quería el triunfo.

“De ‘9’, André. Vamos”, le dijo. Con Ruidíaz y Chiroque no podía ser otro el que cargara la mochila.

Entonces, Carrillo se amarró los botines y saltó al campo, confiado en refrendar toda la magia que algunos le conceden y que muchos otros le cuestionan.

Pasaron los minutos, y Carrillo se extravió en sus temores hasta que vino la debacle. Minuto 91, centro de Ponce, Libman sale a cualquier cosa, y el balón choca en las rodillas de André hasta incrustarse en el corazón de todos los peruanos. Al fondo solo se vio a un “Mago”, alzando las dos manos.

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