Terminé con bronca

No importa que se perdió. Preocupa cómo nos ganaron. Con la repetida historia de siempre: minutos finales fatales con implicancia del arquero, que sale mal en el córner, y la pelota caprichosa que pega en uno de los nuestros (André Carrillo) para meterse en el instante más infartante del lance. Lo único que reprocharle a este gran equipo de obreros. Con el diseño de equipo y de juego con lo que tenemos en banca. A diferencia de Chile que recurrió a sus expertos Suazo, Valdivia, Merel y Sánchez. Era impecable todo lo que se alistó desde el aporte del grupo y el del comando técnico. Y como cereza: un Chiroque brillante.

Los dos tuvieron situaciones claras en el primer tiempo. Sobre todo Chile. Con mayor posesión de esférico, pero con escasa contundencia en la definición. La zona izquierda que usó para atacar en este periodo fue de claro dominio de Beausejour que tuvo a mal traer a Carmona. A contraparte, Perú hizo lo mismo por la zona derecha de ataque con Chiroque, quien con su endiablada cintura puso en apuros a los chilenos.

Perú reaccionó. Mientras cumplía el rol de hacerle creer a Chile que era el dueño de la situación, supo encontrar mal parada a la defensa chilena en oportunidades. A los 38 un tiro libre de Guevara dibujó temor en los rostros de miles de hinchas sureños. La pelota llegó pasada al otro extremo, y Carmona proyectado, alcanza a meterla rasante en el área donde no la empuja Ballón a pesar de que la toca.

Reanudado el partido en su segundo periodo, Perú exhibió gran criterio defensivo. Orden para frenar. Y ganas para atacar. No parecía una alineación alternativa.La mejor oportunidad de gol para nuestros chicos se dio a los 73. Chiroque recibió por derecha de Lobatón, desborda en punta, amaga hacia atrás, saca el pase y Ballón, otra vez, no la mete.  

Y a los 93, tras el gol en contra, Perú salió a buscar el empate con Revoredo que ensayó una “chalaca”. Así terminó Perú. Luchando como nunca antes. Pero esto es fútbol. Por eso es apasionante.