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Fue una locura

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La de ayer fue una mañana de aquellas, incólume, sin prisas ni rostros que nos acercasen a la realidad de un grupo que vivió las horas previas al partido quizá más trascendente de sus vidas con los nervios de punta, pero con la fe a extremo, como estandarte de la sensación de esta sui géneris Copa América.

Hasta las 10:30 a.m. se sirvió el desayuno, pero fue opcional, nada de obligaciones, por ende, la mayoría prefirió quedarse en sus habitaciones, hablar con sus familiares y repasar las teorías del “Mago”. Dos horas después, nadie pudo escaparse del almuerzo. Cazuela, pollo al horno, arroz, puré de espinacas, refresco y gelatina o frutas varias.

A las 13:00 horas, Sergio Markarián reunió al grupo en una charla técnica con ribetes emocionales. Más arengas que explicaciones. Los muchachos marcharon reforzados a sus cuartos. La merienda pasó como si nada hasta que una campanita anunció la salida al estadio Ciudad de La Plata. El paso fue distinto: los hinchas irrumpieron. Las hurras, los abrazos, los deseos, la gloria.

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