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Lo que tu viejo no te contó: Amaral, el DT más bueno que haya llegado al Perú

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Si hacemos un recuento de técnicos extranjeros que dirigieron en el país y se ganaron el cariño de la gente, uno se queda con el brasileño José Carlos Amaral. El técnico de Alianza Lima (1990) llegó a cultivar aquello que se conoce como “don de gentes”. Basta recordarlo acercándose a saludar, antes de cualquier partido, a los árbitros, a los periodistas, a los recogebolas, a los aguateros y a cada integrante de la banca suplente rival. Es más, si hubiera podido, se subía a la tribuna a estrechar la mano a los hinchas.

Pero además tenía otras virtudes, se vestía bien, su frágil anatomía y finos modales despertaron una serie de sospechas de ser un técnico gay. Pero él ni se inmutó y hasta llegó a lucir un arete en la oreja izquierda en tiempos en los que el metrosexualismo futbolero no transgredía más allá de los inocentes peinados con gel de “Chemo” o Baroni.

El brasileño se quedó un año y medio en La Victoria. El final llegó en la primera semana de setiembre cuando César Cueto, postergado por varios meses, anunciaba su retiro definitivo de las canchas, al parecer dolido por las repetidas sugerencias que le diera el técnico sobre su edad y condiciones físicas.El día 8, Alianza perdió 0-1 ante Defensor Lima en Matute y Amaral fue literalmente masacrado en insultos por el Comando Sur.

Al día siguiente, el brasileño se despedía de Alianza arguyendo “incompatibilidad disciplinaria”. Al ser consultado sobre lo que haría en adelante, dijo: “Vivir”. Una oferta de Municipal interrumpió sus planes. Pero lo anecdótico fue que solo lo dirigió un partido. Perdió 2-1 ante Defensor y se fue sin explicar. Su sucesor, el profesor Juan Eduardo Hohberg dudó de la espiritualidad que desplegaron las palabras del brasileño, tildándolo de “paracaidista que vino en busca de dólares”.

La carrera de Amaral tuvo un breve repunte cuando, al año siguiente, subió a primera con el Ovación Sipesa. Luego lo contrató Cristal. De ahí la curva fue descendente: Boys, Torino, Aurich Cañaña, hasta volverse comentarista deportivo de Canal 4, pero Amaral jamás perdió la cordura.

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