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Retar a su propio destino fue su definición más difícil, limpiar sus estigmas con la “14” en la espalda de Perú era una prueba para los Dioses y jugar al nivel que mostró en este inicio de Eliminatorias es para sellar que Claudio Pizarro es un delantero con los pergaminos de héroe.

Y todo ello lo demostró desde que saltó al gramado de juego con Paraguay en el debut. Tres cabezazos dentro del área, paredes infernales con Paolo Guerrero y compañía, un pase magistra de gol y la agonía de estar cerca de romper las redes rivales y esa suerte que le estaba carcomiendo el corazón desde hace mucho. Pero los aplausos ahí estuvieron.

Ante Chile, la vida premió su esfuerzo, esa entrega que el hincha, a veces por el delirio, no entendía y miraba con cara de pocos amigos de rato en rato. Es ahí que su apellido se elevó como el del “Conquistador” y apareció en la agonía más grande de la blanquirroja para reencontrarse con su gente, con su escudo patrio y con el gol.

Así cerró Pizarro su participación, con los galones lustrados por la estampa y con el deseo de volver con esa pólvora que lo está ubicando en la vitrina del hincha. Ese que sueña con cantar, nuevamente, los goles del “Bombardero”. 

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