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Que los “4 Fantásticos” hayan llegado al pie del Misti es para los lugareños como una ofrenda casi divina. Claro, aquí aplauden a toditos los seleccionados con tal de que nadie se resienta, pero hay una gran verdad: Pizarro, Vargas, Farfán y Guerrero se roban las miradas, los gestos, los suspiros y algo más.

La seguridad del hotel El Libertador, el aposento de la selección hasta ayer, fue rebasada por el éxtasis de los hinchas, ojito, hombres y mujeres, de veinte y cincuenta almanaques, total, la pasión no distingue géneros ni edades.

Lo extraordinario fue que los llamados “europeos” se portaron como lo que son: personas. Fotos, autógrafos, apretones de manos, besitos volados, caricias, piropos, ninguno se negó con tal de robarle una sonrisa a quienes sortearon las medidas de seguridad y cruzaron rejas puntiagudas con el único fin de vibrar juntito a los seleccionados.

El plantel se marchó feliz y comprometido con su público, con esa gente que ayer le entregó amor.

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