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El ídolo de la gente

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“Todo tiene su final, nada dura para siempre”... Estrofa que inmortalizó el mítico cantante puertorriqueño Héctor Lavoe sin imaginar que serviría para despedir a un grande. Roberto Carlos Palacios Mestas decidió guardar sus prodigiosos chimpunes tras 20 años de carrera, tiempo en el que hizo vibrar a miles de aficionados con sus “chorrigolazos”, además de ganarse el cartel de ídolo por su derroche, excelencia y entrega cuando pisaba las canchas.

Nacido en Chorrillos el 28 de diciembre de 1972, desde muy pequeño, y pese a su estatura y frágil contextura física, se abrió paso en las calles de su querido barrio para encontrar el trampolín que lo encumbre a la gloria, sueño que cumplió con Sporting Cristal, el equipo en el que inició sus éxitos y hoy le prepara su fiesta de despedida.Palacios debutó con la celeste el 20 de octubre de 1991 junto a uno de sus ídolos: Julio César Uribe. Aquella tarde le ganaron por 3-1 al Deportivo Municipal y el “Chorri” jugó todo el primer tiempo. En su segundo partido anotó sus dos primeros goles contra el AELU de Pueblo Libre.Con los años, sus goles de buena factura crearon una especie de sello personal que le permitieron contribuir para los títulos rimenses, en especial el  tricampeonato 1994, 1995 y 1996.

Luego emigró a México y jugó en Puebla, Tecos, Morelia y Atlas. También tuvo un breve paso por Cruzeiro de Brasil en 1997 y disputó la final de la Copa Intercontinental, que perdieron ante el Borussia Dortmund.

Antes de volver a Sporting Cristal, estuvo en Deportivo Cali y luego en LDU de Quito junto a Oblitas como entrenador, ganando  el título 2005. Palacios retornó el 2007 al equipo que lo vio nacer, pero se quedó con las ganas de volver a levantar un nuevo trofeo. Y antes que el fútbol lo despida, con sabiduría decidió retirarse a lo grande.

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