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Cancha de los muertos

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Son jugadores de la primera división y representan al equipo más popular del fútbol peruano, pero por las condiciones extremas en las que se entrenan, pareciéramos ver a cualquier equipo de barrio, menos al histórico Alianza Lima, y la verdad, duele.

Basta mirar el pésimo estado en que se encuentra el gramado del estadio de Matute, un abandono total que certifica la renuncia de los jardineros porque no podían vivir más del aire y las falsas promesas. Si su diseñador, el arquitecto Walter Lavalleja, viviera, seguramente lloraría por la frustración.

Pero aquí no acaba todo. En las instalaciones del estadio, los servicios básicos (luz y agua) colapsaron por falta de pagos, las oficinas lucen desiertas por ausencia de personal administrativo que no percibe sueldo hace cinco meses y son los jugadores los únicos que están de pie para defender el honor y el prestigio del club, pese a que juegan por nada.  

Ante este caos, los jugadores firmarían una carta notarial para salvar la situación con el poderío económico de Pegaso, que pretende comprar las deudas del plantel. La condición es que “Pocho” Alarcón no vuelva jamás.

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