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Metida de pata

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Tampoco es para ir corriendo hasta el morro, aventurarnos a repetir la historia de héroes y caer al abismo con la bandera en las manos.  Pero la derrota de ayer de la blanquirroja por 3-1 ante Chile, en Arica, es para  analizarla con lapicero rojo y un  nudo en la garganta.

Los elementos como Salomón Libman, Michael Guevara y Walter Vílchez cumplieron un ciclo. No dan más, se quedaron en el tiempo.  ¿Seguirán...? Ya en el cotejo nos topamos con los golpes madrugadores de la vida. Una triangulación perfecta de los sureños que al final el ariete Paredes aprovecharía para derrotar a todas las estacas defensivas. Primer cuchillazo al cansado corazón de todos los peruanos.

Cuando la pelota parecía que jugaba a las escondidas con Michael Guevara -era un Tico en carrera  exclusiva de Ferrari-, apareció Yotún con una jugada celestial, como lo dicta su momento, para que le envíe un pase de infierno al menos pensado. Entonces, Galliquio, mismo Romario, solo tuvo que poner el pie -a los 20’- para enviarla al fondo. Nuestras gargantas explotaron.

 Los minutos corrían como la adrenalina y cuando la pelota se disputaba más en el mediocampo, un error a los 42’ nos ponía debajo del escalón. Regalo de “Yuyo”, la clásica confusión de Ramos en defensa y solo tenía que aparecer Andía para empujarla. El segundo para los locales.  A llorar a otra parte nos cantaba “Américo”.

 A los 58’, de la etapa complementaria, el recién ingresado Puch le dibujó el mapa chileno a “Toñito” Gonzales, y este último lo mandó a comer césped, pero dentro del área.

¡Penal!, Esteban Paredes se coloca para patear desde los doce pasos y... Libman estiraría las manos para detener la osadía del ariete mapocho. La picó el goleador y el uno bicolor se la encontró en el camino.  

 Lo de Mena a los 86’ fue la granada final en nuestro territorio. Y ahora qué nos queda... quizá creer en que solo se perdió la batalla, pero no la guerra.

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