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Guillermo Alarcón comenzó a recibir los primeros golpes del desprecio. Tuvo un día lleno de insultos y agresiones físicas por ser considerado culpable de la quiebra del club.

La primera bofetada fue cuando acudió al Ministerio del Interior para pedir las garantías del clásico.  En el lugar se cruzó con Julio Arango y su corte, que llegó para reunirse con las autoridades. Hubo insultos y por poco se van a las manos, pero la PNP intervino y pidió orden o los metían presos.

Por la noche, en la ADFP,  un grupo de socios lo esperó a la salida para insultarlo y pegarle, pero “Pocho” se metió corriendo a la sede deportiva. A pesar de que nadie lo quiere, sigue aferrándose a la presidencia del club y se tiró abajo el comunicado de la FPF que lo destituye del cargo.

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