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“¡Miserable!”

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Cuando Sergio Markarián se contorneaba segundos antes de pretender explicar el papelón ante Chile, un canoso pasajero, de ceñidos anteojos, sesentaitantos años, más sabio por viejo que por diablo, hizo que el seleccionador, entre miradas inquisidoras, rompa el hilo de la cordura de un mordisco y en pleno aeropuerto Jorge Chávez..

Hincha: “¡’Mago’, habla... ‘Mago’, habla, habla!”.Markarián: “¿Me permiten?”.Markarián: “¡Vení, vení, vení, que te vamos a hacer famoso! Vení que te vamos a hacer famoso”.Hincha: “No tiene que hacerme famoso, ‘Mago’”.

Markarián: “¡Hablen con el señor!”.

Hincha: “No, no, hable usted,  el entrenador es usted, el que se lleva el billete es usted, yo no”.Markarián: “¡Miserable!”.De pronto, echó fuego, se ruborizó hasta responder, enseguida, por inercia, preso del momento, quizás el más tenso desde que tomó el fierro candente llamado selección. Algunos colaboradores y ayayeros trataron de “masajearlo” a fin de evitarle el estrés. Pero el exabrupto se había consumado.

“¡Pareces chileno!”, gritaron algunos con tal de ahuyentar al frenético hincha, que maletines al hombro, se perdió en las escalinatas que conducen a las salas de embarque. Y, de pronto, el “Mago” dio rienda suelta a sus verdades.

“Es un momento muy complicado, el peor en lo que va de este proceso. Nos faltan los jugadores de afuera y sé que con ellos formaremos un equipo más competitivo”.

Otro más: “La derrota nos duele, pero sirvió para probar a varios jugadores de cara al choque con Colombia. Ese es el partido que importa y el que debemos ganar”. Amén.

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