¡Rincón del box!

Quizá apareció la imagen tangible de esa “Sombra” que desde hace mucho saca de sus casillas a Universitario. Quizá fue ese fantasma que arrastra la suerte de los cremas por túneles sin escapatoria. Quizá todo ello influyó para que los de Ate cayeran ayer 2 a 1 ante la Universidad San Martín en el Monumental.

Desde el primer segundo en que corría el balón la consigna para los de Ate estaba dirigida a fortalecerse como una muralla en el fondo. Con las armas ya conocidas, pero con el corazón que tiene senderos insospechados.

Lo de la visita se inclinaba a la magia de Sánchez, a la habilidad de Cueva y la dinamita en los pies de Perea. Tres personajes que hasta ese momento formaban el espíritu santo en Santa Anita.

Sin embargo, ahí estaba Gonzales, Ampuero y Galliquio para arrastrarse por el suelo, para decir: ¡no! a un intento de peligro. Por ello, el miedo constante en el arco de Llontop, mientras en el otro polo Butrón ni se despeinaba, aunque eso fue hasta el minuto 31. Álvaro Ampuero sacó un sablazo de larga distancia. Era el primer grito del cotejo, la primera nota que se contaba en el coloso estudiantil.

Ya en la etapa complementaria, Franco Navarro movería algunas piezas. No le temblaría la mano para mandar al banco a Johnnier Montaño. No está rindiendo el colombiano. Al menos, no como lo esperan los santos.

La visita se iría con todo y a partir de ahí “Chemo” Del Solar y su gente se aferrarían a la suerte y se dejaban llevar por ese miedo de que en cualquier momento sus redes iban a bailar a partir del empate  de estos muchachos con hábitos de diablo.

Entonces, la “Sombra” Christian Ramos apareció a los 78’ para decir que nada había terminado. El guía merengue pateaba hasta las botellitas de agua de la cólera...

Cuando en el final el desconcierto se impregnaba, nuevamente, Ramos diría presente a los 90’. El segundo y definitivo. Lo que pasó después se resumió en “pollos”, puñetes y patadas. Ahí sí igualaron.