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Seguramente su pasado blanquiazul influyó en esos dos saltos o quizá la dinamita de delantero que lleva en el corazón.  ¿Quién sabe? Lo cierto es que Claudio Velásquez fue determinante ayer en el 2-0 de la Universidad César Vallejo sobre Universitario en el Mansiche de Trujillo.   

El cotejo se resumió en los toperoles al frente. Los muslos raspados por el sintético y el pánico a que el enemigo cruce el umbral. Cuerpos viajando de manera constante en las camillas. Y el firme deseo de sortear la vida si es posible con tal de no mirar su valla entre llamas.

Así se disputaba cada segundo, cada balón dividido. Entonces, el primer tiempo no solo marcaba en su inicio la igualdad en el juego fuerte, sino también en las ocasiones de gol. Claudio Velásquez se negaba su suerte y la de los “poetas” en su primera chance, mientras que Carlos Olascuaga tampoco la embocaba para los merengues. Una pena...

Sin embargo, cuando la primera etapa perdía su tonalidad en medio de la fricción y el juego fuerte, aparecería el “Karioka” para cantar el primer tanto. La llega a acariciar con la melena ante la mirada atónita y el cuerpo muerto de Llontop.

Ya en la etapa complementaria, la superioridad de los dirigidos por Víctor Rivera se resaltaría con mayor fuerza. Y es a los 68’ que Velásquez nuevamente diría presente. Como un águila voló y la clavó.

Así culminó todo. Con unos versos de dicha en Trujillo y con poemas, que a su vez, relataban la calamidad de “Chemo” y sus niños.

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