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Guerra avisada

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Da la sensación de que Paolo Guerrero es un héroe eterno, un personaje de mil disfraces en la blanquirroja. Uno, por supuesto, para cada momento, para cada instante en el que más se le necesita.

Si bien ante Colombia no se logró el objetivo de guardar en el bolsillo las tres unidades, nos quedamos con la sensación de que con solo el “Depredador” podría ser suficiente para dejar que los sueños nos atrapen.

El artillero volvió a mostrar el rostro de la concentración en la práctica de ayer en la Videna y dejó en claro que su objetivo está en sumar sí o sí ante Uruguay en el mismísimo Montevideo, en el tétrico Centenario.

Guerrero no solo mostró la velocidad de un leopardo en cada carrera, sino que en sus botines marcó que está con una pólvora letal para derrotar a los charrúas. Total en la Copa América de Argentina el año pasado, ya le marcó...

Aprovechó un pase magistral de Michael Guevara y dejó como un cono a Lugano y como una serpiente a Muslera. Desequilibró y la definió sobre un costado. Cantó ante Uruguay.

La realidad nos tiene con el cuchillo a la altura de la yugular, no podemos caer. El horizonte medio oscuro nos revela que el sendero correcto para llegar es a través de un triunfo. No importa cómo, sino la idea de que se concrete.

Hay miles de razones para creer en este equipo, pero sobre todo basadas en la presencia de un goleador de raza. Guerrero es ese que no conoce las lesiones, ese que siempre está, ese que no arruga, ese que siempre está dispuesto a morir como un soldado, ese que nos enseña en 90 minutos la manera de ser patriotas.

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