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Como si hubiera magia “negra” alrededor de lo que hasta hace unos días se asemejaba a un paraíso, apareció Andrés Mendoza para provocar más sangre en la escena del crimen. Porque no hay otra manera de explicar en qué momento este Cristal perdió brillo, brújula. Ayer se transformó en un vidrio de botella.

Sporting Cristal perdió la oportunidad de ser el único en el primer escalón. Empató a dos con un Pacífico que refugió en su experiencia los niveles de fuerza para salir con alguito en el bolsillo.

Sin embargo, el inicio despertó hasta los menos “moscas”. Hernán Rengifo saltó como un canguro y de un cabezazo mortal abrió el marcador a los siete minutos. Roberto Mosquera se acomodó los lentes y celebró, seguro, con un poquito de bronca.

Y es que durante la semana recibió el primer garrotazo en el alma con la eliminación de la Libertadores. Esta era la oportunidad para liberar las tensiones y exorcizar a más de un demonio. Pero...

Sí, pues. Siempre hay uno en relámpagos como estos. Y el de ayer fue el “Cóndor”, quien a los 14’ igualó el marcador. Era un “dame que te doy”, “si me atacas, yo respondo”. Era una guerra donde los protagonistas no agachaban la mirada.

Tal es así que el “Cholito” Irven Ávila sacó el latigazo a los 26’. Se destapó la segunda y la ilusión comenzó a revolotear por el Alberto Gallardo. Y todo quedó en ilusión, en solo eso.

Y fue así porque en el segundo tiempo Johnny Vegas fue Chilavert y le quitó el “pincel” a Sheput desde los doce pasos y porque Sheu Obregón utilizó la última bala de los rosados (87’) para igualar las cosas y ponerle punto final a la historia.

Quizá fue una semana difícil. Quizá solo fue eso. Quizá “fracasar es no intentar y algunos intentaron”, como dijo alguien por ahí. Aunque quizás eso, a veces, no es suficiente.

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