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¡Harlem Shake!

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“Queremos ser un puntero brillante, es lo que nos exige la historia”, dijo don Roberto. Y ayer demostró que la demagogia no va con él. Apeló a hechos, y si bien aún no es líder, dejó en claro que lo maravilloso existe.  Es alcanzable.

Ávila, Lobatón, Rengifo, y claro, la cantinflada de Alloco fueron claves para sellar el 4-0 de Sporting Cristal sobre Universitario, que derrama una tristeza infinita.

De arranque los del Rímac salieron con la idea de sacarle brillo a su Cristal, con el firme objetivo de esconder las páginas en rojo que habían escrito de un tiempo a esta parte. Con la obsesión de regresar un latido en el corazón celeste.

Y Ross jugaba hasta con la mano para corear el primero, pero se lo negaban. Se lo anulaban. Luego, se aferraba al lujo y la redonda se molestaba con su derecha. Se perdía en las nubes. El “Cholito” Ávila ponía lo suyo, mientras el palo silenciaba las gargantas bajopontinas y el esférico regresaba como un “boomerang”.  Don Ángel desde su banquillo abría y cerraba la botellita de agua que acompañaba su angustia.

La “U” reaccionaba. A su estilo, con más ganas que fútbol. Olascuaga escondía sus ilusiones porque estaba adelantado.  Su cabezazo no servía de nada. De nada. Así se esfumaron los primeros 45 minutos.

La etapa complementaria se resumió en la  cabeza de Irven, en el derechazo de “Loba”, en la fatilidad de la defensa crema,  en la “9” de Rengifo. Todo se combinó para que Mosquera vuelva a decir “gracias” y Comizzo expulse una arruga más en su rostro, y claro, en los corazones de esos hinchas que intentan descifrar el sufrimiento.

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