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El adiós del más grande

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Pablo Bermúdez

Es inevitable que el paso de los años genere una merma en el estado físico de un deportista veterano y el caso del ídolo crema, Teodoro “Lolo” Fernández, no fue la excepción.

En el año 1953, el “Cañonero”, quien ya tenía cuarenta años cumplidos, no venía siendo titular en Universitario. El equipo, que en ese entonces era dirigido por José Cuesta Silva, venía cumpliendo una mala campaña y se ubicaba a mitad de tabla.

El 30 de agosto de aquel año se jugaría el gran clásico del fútbol peruano. En la semana previa, fueron varios los factores que jugaron en favor de “Lolo”:  la presión de la prensa por verlo jugar, las lesiones de los atacantes titulares y sus dos goles en el partido de práctica.

 Finalmente, ante la incertidumbre de hinchas y periodistas, el goleador de Hualcará apareció en la alineación titular y la “U” lo vio brillar como en sus mejores  épocas. 

El “Cañonero” abrió la cuenta a los 24’ con un derechazo dentro del área y unos minutos después, puso el 2-0. Gómez Sánchez y Cornelio Heredia empataron el partido para los blanquiazules.

En la segunda mitad,  Castro adelantó a Universitario y sellando una jornada magnífica, “Lolo” Fernández marcó el tercero en su cuenta personal para el 4-2 final.

El histórico goleador, a pesar de no tenerlo planeado, decidió que era el mejor momento para decir adiós y en su último partido oficial fue levantado en hombros. El más grande ídolo dejó las canchas, para vivir por siempre en el corazón de los hinchas cremas.

El Lolo que YO CONOCÍ

Germán Leguía-Ex jugador de Universitario

Era apenas un niño cuando conocí a “Lolo” Fernández, gracias a mi tío “Tito” Drago, ellos eran grandes amigos. Luego llegué a Universitario y recuerdo que siempre se acercaba para conversar con nosotros en las concentraciones. Era un personaje bastante simpático y solía contarnos las historias sobre sus largos viajes en barco.

Pienso que más allá de los consejos que nos podía dar, uno se daba cuenta que él era un ejemplo a seguir con tan solo observarlo. Su sencillez y respeto hacia los demás lo hacían digno de ser considerado la leyenda que es hoy en día. 

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