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¡Y así los quiero ver, muchachos!

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En tiempos de política agitada, Claudio Pizarro recibió el indulto de una afición que lo condenó por años sin razón. Se ganó con creces la gracia de una nación que ayer lo idolatró y le otorgó el perdón divino al verlo brillar en su máximo esplendor, como aquel “Bombardero” que escribe su nombre con letras doradas en Europa.

Pizarro se erigió por todo lo alto para asumir su rol de capitán y flamear de pie esa añorada bandera bicolor, que en su día se agitó con pundonor para echar al tacho 36 años de lamentos ante Ecuador, ese rival que nos estropeó la fiesta desde 1977.

Y llegó el día D. Ese punto de quiebre para mirar con optimismo el futuro. Una victoria a base de sufrimiento, un 1-0 justo para pisar con fuerza en las Eliminatorias y mantener viva la ilusión mundialista.

Pero era la noche de Claudio, la velada perfecta para redimir sus culpas y sacudirse de ese estigma que lo perseguía con furia. Cambiar la historia dependía de él y lo logró a los 12’ para empalmar con clase un balón de media vuelta y desatar el jolgorio nacional. ¡Golazo!, y a defenderlo con alma, corazón y vida.

Y fue Pizarro quien tomó la posta del sacrificio y contagió a todos. Vargas dejó sus locuras y jugó con seridad. Farfán se comió la banda derecha. Guerrero impuso su clase. Zambrano hecho un “León” al fondo. Herrera y Yotún parejitos en los lados. Fernández sacó hasta las moscas de su arco y Retamoso, ¡qué “Cholo” lindo para marcar!

Así era imposible perder, pero vaya que sufrimos porque a los 38’ el “Mudo” casi marca en contra. A los 50’ Montero exigió a “Superman”, y recién reaccionamos a los 70’ cuando Guerrero asustó con un derechazo. Esta vez no revivieron los fantasmas, y Perú se hizo fuerte.

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