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El juego de la muerte

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No faltaba nada. Tan solo dos malditos minutos. Pero tú decidiste reposar para siempre sobre aquel terreno que tantas veces te hizo feliz. Nos dejaste, Yair. Y siento que las lágrimas de todos no son suficientes para que vuelvas.

        Mientras el sol en Urcos golpeaba el partido de Reserva entre Real Garcilaso y Sporting Cristal y las miradas ya se concentraban en el duelo de fondo, algo ocurrió a los 88’.

Yair Clavijo recibió el balón y cuando intentó driblear al antagonista de turno, escuchó el pitazo final de la vida. 18 años se cayeron al césped, se fueron en un santiamén.

El rimense no se paró jamás. Ingresaron el cuerpo médico de Cristal y Real Garcilaso, pero nada. Buscaron reanimarlo, mientras el desconcierto golpeaba a todos.

Las manos en la cabeza y las lágrimas confirmaban lo que fue un domingo oscuro. Yair ya había decidido brillar arriba, al lado de los ángeles.“La muerte es una traición de Dios”, dijo el escritor uruguayo Mario Benedetti. Es cierto. Con la muerte la justicia se termina. La muerte atropella todo. La muerte se incrusta en los latidos de los que más queremos. Adiós, Clavijo.

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