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Se le vino el huaico

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José Luis Saldaña

El miedo no tiene cura, solo se sobrelleva. Se tolera de pie. Y si el alma de los blanquiazules quiso disimular ese sentimiento a la altura del cielo, al final el cuerpo y el perverso pito de Santiváñez los delató. Los arrojó por las escaleras desde Espinar.

“Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes”, dijo alguna vez Napoleón. Felizmente nada de eso fueron los dirigidos por “Bam Bam”, pues si por un lado el oxígeno los liquidó, por otro la venda en los ojos de los de negro los envió por el tragaluz hasta Lima.

Y en el fútbol la regla dice que esos sentimientos son ajenos al que está al otro lado de la vereda. Entonces, Cienciano aprovechó esa “ayudita” divina y con dos flechazos de Ramón Rodríguez ahogó a los de Matute.

De arranque el conjunto imperial cacheteó. Christian García trepó como un avión, al nivel de las orejas de Dios, y mandó un centro con compás. Exacto. El “Ratón” robó pasos –¿nadie lo vio?– y de una “palomita” clavó a Forsyth.

El “Blanco” sacó lo que pudo. Frenar un balón ahí, era como frenar una bala. Ante Orejuela e Ísmodes mantuvo la esperanza durante el primer tiempo. Una rescató con la rodilla izquierda, y la segunda con la palma derecha.

Así se marchó la primera mitad. Los potrillos mirando al Todopoderoso, tratando de atrapar el aire, de esconder la lengua. Todo ello mientras las plantas de los pies les temblaban.

Sin embargo, el destino y el tiempo no analizan situaciones. Había que rendir cuentas y restaban 45’. Rodríguez nuevamente se pasó de la” raya” y disparó su segundo misil.

Lo de Aguirre fue para el decoro personal. Quedaron espíritus, pero no  pulmones y quedaron tantas cuotas de melancolía, pero eso no fue suficiente para ganar el cielo que “algunos” con traje de jueces lo colocaron más alto de lo debido.

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