0

Mejor no hablen

Únete a nuestro canal de WhatsApp

Amaneció en La Florida con el propósito de estrechar las manos de sus jugadores, pero Roberto Mosquera solo pudo despedirse de algunos referentes, de los ayudantes y de los administrativos. No pudo, o no lo dejaron, ingresar al campo de entrenamientos. 

Los muchachos lo miraban desde lejos mientras Francisco Melgar, el fusible de costumbre, ordenaba a los grupos. Fue una mañana distinta, triste, sin color. “Era como mi padre, pero ya no está...”, susurró Junior Ross quizá temeroso del qué dirán. 

“El profesor Mosquera no se fue por los resultados...”. Uf, el “Cholito” Irven Ávila se jugaba el pellejo con tamaña declaración. “Pero las explicaciones deben pedírselas a los directivos”, agregó.

Libero Impreso

EDICIÓN DIGITAL

EDICIÓN DIGITAL

OFERTAS DE HOY