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Calienta banca

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Los agoreros anuncian problemas y hasta tomatazos por pretender conceptuar lo que medio mundo prefiere “obviar” ad portas de la liguilla, pero algunos kamikazes prefieren inmolarse por Diego Guastavino, el marketero ciempiés que se come la cancha cuando las papas queman y que los mentores de Melcochita juran ver al Messi de Ate. Ese mismo juega cuando puede o cuando Comizzo quiere. ¿Por qué? A ver...

No eres mi jugador. Comizzo no lo pidió, se lo pusieron como margaritas de cementerio y eso  es tan igual que ver en tu mesa a quien jamás invitaste. 

Le hacen falta vitaminas. Sus estadísticas precisan que no jugó seis partidos. La mitad por lesiones y uñeros. El “Indio” lo jaló en los test físicos. “Guasta” tendrá el cuerpo de “Chiquito” Rossel, pero no aguanta el golpe. 

La Edad de Piedra. Comizzo jugó a los dados y justo le salió lo que quería la impetuosa administración. Trabajar con los chibolos. El despliegue de Olascuaga se volvió serio, trascendente y más eficaz que el “Messi” de 29 años. El calentador lo acompañó en sus eternas tertulias con Quiroguita. 

Goles son amores... Y no buenas razones. Guastavino solo ha marcado cinco “pepas” en 1,359 minutos que jugó. Poco para quien se hace llamar “Messi”.

Clases de oratoria. Se dice que otro de los problemas de Guastavino es su poca comunicación. Es un cultor de los monosílabos. Y Comizzo no aguanta que le diga “sí, señor” incluso cuando le quita el pan con jamonada. 

A qué palo te arrimas. “Guasta” cometió el gran error de ponerse el disfraz de Robin para acompañar a “Batman” Ximénez.  El “Guasón” aplastó a los dos.

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