Sobre mi cadáver

José Luis Saldaña

Si sobre el Nacional caen gotas del cielo, son lágrimas de ilusión. Porque si usted cree que son de pena, está equivocado. Dios destinó este día para la felicidad de esta tierra y envió con un “Mago” a once apóstoles para una nueva misión.

Por ello habrá que confiar. Habrá que seguir en la cruz a pesar del dolor que se presente en el camino. Desde el segundo que la redonda acaricie los botines de Claudio hasta que Patricio Loustau diga que se cerró este testamento.

Y si bien esta jornada deberá tener tintes bíblicos para salir vivos, habrá que sacar las armas para no bajarle la mirada al monstruo. A ese demonio que solo camufla el miedo. Porque, créanlo, a estas alturas deben estar sin uñas.

Hoy Guerrero, Farfán, Pizarro y Fernández tendrán la posibilidad de ser la historia. De hacer eso con lo cual hemos soñado tanto desde hace mucho. Uruguay tendrá que ser la víctima.

Dios siempre dijo que toda prueba tiene un porqué. Quizás esta sea para resucitar después de 31 años.