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Corrió sangre

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Literalmente derramó hasta sangre, pero eso al final no fue suficiente. Paolo Guerrero se metió un partido a lo machazo ante un cuadro “yorugua” que  solo se dedicó a golpearlo durante los 90 minutos.

Sobre el minuto 22, el “Depredador” recibió un puñetazo del mediocampista charrúa Walter Gargano y se le rompió la ceja izquierda. Tuvo que ser atendido fuera del terreno de juego.

A partir de ese entonces, el atacante del Corinthians estuvo peleado de cara al arco de Fernando Muslera. Si no era él, era la muralla de Diego Lugano para frenarlo.

“Nos jugamos el partido de nuestras vidas y tenemos que dejarlo todo”, dijo en la previa el atacante de la blanquirroja. Sin embargo, esas palabras quedaron en tibias intenciones. Se contagió del grupo y se perdió en el área antagonista.

Para la etapa complementaria, Guerrero tuvo una frente a frente con el guardameta celeste. La conectó de un cabezazo, pero el esférico llegó débil a las manos de Muslera. Luego de ello solo fueron reclamos del “9”.

Igual dejó todo en el campo y se marchó con un dolor que se quedó congelado en el corazón.

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