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Dejó de donar sangre

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Fernando EspinozaBuenos Aires, Argentina

Llegó a Argentina con el rostro desencajado, lamentando su suerte por una caprichosa lesión que le impedía jugar por la selección, pero el asunto le duró poco a Paolo Guerrero, quien fue desmentido por gente de su entorno.

El médico del Corinthians, Julio Stancati, se encargó de pasarle factura al atacante, quien no necesita de cuidados intensivos para superar sus males.

“No es nada grave, tiene una pequeña fisura que la estamos tratando hace un tiempo. No es nada preocupante”, aseguró el galeno, quien dejó abierta la chance de que el “Depredador” juegue el fin de semana contra el Sao Paulo y sin necesidad de infiltraciones para aplacar el dolor.

Esta revelación trae abajo ese espíritu de lucha que juraba enarbolar el delantero haciendo gala de su apellido. Salvo que tenga otra versión. La eliminación de la selección le quitó las ganas de arriesgar su integridad, pese a que de por medio está el honor de una nación que anhela que sus colores terminen de pie una competencia para el olvido.

Con la desconvocatoria en sus manos, Guerrero retornó de inmediato a Brasil para ponerse a órdenes del “Timao” y del departamento médico. Allá lo necesitan entero. Y él es capaz de curarse con una palmadita. Así es el fútbol, dicen por ahí.     •

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