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¡Salvó la cabeza!

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Había más que tres puntos en juego. Estaba de por medio el honor mancillado por una amistad resquebrajada, la historia de un año más de vida, el inicio de un sueño con tinte blanquiazul, y así era imposible admitir una derrota. No hubo goles, pero sí razones para animar un encuentro con visos de guerra.

Por eso el esfuerzo debía ser mayor, correr y correr hasta que los músculos se desgarren, sudar esa camiseta y dejar en claro que el sacrificio está adherido en el pensamiento. Por eso, Alianza hizo cuanto pudo por no caer, y al no poder ganar se alegró rescatando un punto que puede ser el arranque de una historia feliz.

El León no dio miedo, y la crema no intimidó a nadie, pero había razones para jugarse la vida, sobre todo porque enfrente había ex grones y también  ex cremas que se jugaban un clásico aparte. Así el duelo se calentó con dardos que cayeron desde Huánuco y motivaron a un Forsyth que se inspiró y sacó de todo, por arriba y por abajo, para amargarle el día a Johan Fano.

Pero el golero esperó con ansias el ingreso de un ex “compañero”. Henry Quinteros no reflejó en el campo la amargura que tenía en sus palabras, y el duelo entre ambos quedó en frases que el viento se llevó.

De nada le sirvió a Valencia conocer a sus ex pupilos porque Sanguinetti les cambió el chip y los volvió agresivos. Así Guevgeozián peleó todo, y Trujillo enmudeció la Ciudad de los Caballeros al estrellar un disparo en el palo a los 10’.

Aguirre se “comió” la banda derecha, pero la “tele” se le apagó de tanto correr. Costa sigue sin convencer y Míguez fue un todoterreno. Landauri estuvo inquieto y Molina impuso respeto en la volante. Así Alianza se hizo fuerte, metiendo la pierna, jugando bien por momentos, pero sobre todo mentalizado en sumar a como dé lugar. Y esta será su fórmula para tentar la gloria este 2014.     

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