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¡Te acuso!

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Sus rasgos, incluyendo su pulcra y ceremoniosa vestimenta, lo asemejan a un profesor de cívica, propicio para la tiza en el cuello, pero cuidadito, Guillermo Sanguinetti podrá hablar bajito, caminar encorvado y repartir caramelos a los calichines, pero de tonto no tiene un ápice.

Ayer forzó más muecas que Melcochita cuando desnudó los errores del árbitro Manuel Garay, para él, extremadamente permisible con los “leones” de Huánuco, fieras insaciables, tragaldabas de las piernas aliancistas.

“Es un punto que lo hemos visto incluso desde los amistosos. Es algo sistemático. Los jueces tienen la obligación de hacer respetar las reglas del juego”. Se trataba de un “yo acuso”, de un “te advierto” que sirve para marcar el territorio, sentar un precedente y algo más.

El “Topo” contó las veces que los huanuqueños literalmente trituraron a patadas los tobillos del “Gaby” Costa y su ballet. “El jugador –dijo– la para y le hacen falta, aquí se lo marcamos, le decimos que hay zonas donde debe apoyarse, sobre todo cuando está de espaldas, así no le pegarán tanto, pero hay otras zonas donde debe generar las faltas”.

Sanguinetti no pretende liderar una marcha y mucho menos agitar el gallinero, simplemente exige justicia. “Una forma de protección es cobrar las faltas. Hay que amonestar a los infractores”.

Sobre el desgaste físico de sus jugadores tras algunas horas de viaje por carretera, el profesor concluyó: “Yo quería viajar en avión, pero si el equipo no llegaba a tiempo seguro que lo sancionaban. Lo más lógico era no jugar, pero...”. ¿Algo huele mal? Parece que sí.

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