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Paren de sufrir

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Hasta el sonido provocado por la caída de un alfiler podía escucharse en medio del entrenamiento porque el plantel merengue no asimilaba la salida de Ángel Comizzo y entrenó cabizbajo al mando de Carlos Silvestri.

Las bromas, chistes y jodas no existen en Ate. La tristeza se apoderó de los más jóvenes, quienes guardaron silencio absoluto como aquel niño que pierde a su superhéroe favorito para siempre. El “Indio” es como un padre para ellos porque explotó su mejor nivel futbolístico.

LÍBERO conoció de buena fuente que el técnico argentino se comunicó telefónicamente con los jóvenes, las lágrimas reflejaron la angustia y desazón pero con voz entrecortada le manifestaron su apoyo incondicional. “No se vaya, por favor”, suplicó uno de ellos al otro lado de la línea.

Los chibolos esperan la confirmación del nuevo entrenador con el nudo en la garganta porque no saben si serán tomados en cuenta o entrarán en el sistema. La incertidumbre es el fantasma que asusta a todos en tienda crema.

Ni siquiera los referentes pueden luchar contra la pena, intentaron arengar al equipo en la concentración pero fue imposible. Esas caras largas viajarán esta tarde a Cusco para enfrentar mañana a Cienciano.

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