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No sabe lo que es perder

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No usa escudo  ni espada, ni es un soldado de la época medieval, pero la forma con que encara los partidos vuelve a Pablo Míguez en un gladiador. Lo que metió Míguez ante Huracán por el choque de vuelta en Argentina resume lo que el uruguayo siente del fútbol: huevos, huevos y más huevos.

Pobre de aquel que se cruzara en su camino. Se llevaba su recuerdo, así como aquel que se marchó emanando sangre al disputar con él un balón aéreo.Míguez, al igual que todos sus compañeros, quedó con la bronca por lo que significa retirarse pronto de la vitrina internacional. Su rostro al final de la batalla lo decía todo.

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