Perdido en el espiral del que nunca pudo salir, Érinson Ramírez tuvo que ceder su puesto a José Aurelio Gonzales Vigil a los 57 minutos. El delantero de Alianza Lima que tiene una frondosa barba era una moneda al aire. Con apenas cinco partidos en su haber poco o nada podía esperarse. Pero hay oportunidades que en un abrir y cerrar de ojos se convierten en historias. Y eso es lo que pasó con el “Lobito”.
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Fabricó el penal, con un rápido movimiento de piernas, que luego Luis Aguiar mandaría a Marte. Cumplió con el propósito encomendado. Aprovechar su fortaleza y velocidad para causar temblores en la retaguardia cajamarquina.
“Lastimosamente no se pudo concretar esa oportunidad pero no hay nada que reprocharle al equipo”, declaró el futbolista de Alianza Lima. •