Hugo Díaz Barrantes
Enviado especial a Quito
provistos de bombos, platillos y matracas, cientos de compatriotas apostados en esta ciudad recibieron a la selección en medio de un escenario de fiesta, como preludio de lo que podría suceder hoy en el Olímpico Atahualpa.
El grito de ¡Perú! ¡Perú! ¡Perú! era incesante en las afueras del hotel Sheraton. Se pudo ver rostros pintados, hinchas con vinchas en la cabeza, niños y adultos con globos en la mano. La masa rojiblanca era enorme y a simple vista era la recepción ideal para los guerreros de Ricardo Gareca.
Todo transcurría en paz, cuando de pronto apareció el bus de la selección desde el aeropuerto y el loquerío que se generó fue emocionante.
Los hinchas, con los brazos extendidos, intentaban tocar a los futbolistas que ingresaban a la concentración. Todos muy atentos respondían elevando la mano o sonriendo en clara complicidad en el sueño de alcanzar la gloria final.•Paolo Guerrero, carta principal de gol, fue uno de los más aplaudidos.