imaginarse un partido sin él, batallando entre codazos y puntapiés, es un dolor de cabeza y el condimento propicio para las especulaciones pero a Paolo Guerrero solo le importa calzarse los zapatos, ceñirse la blanquirroja y jugar como si se tratase de la final de un mundial.
Por ello, es comprensible que hoy se presente en su posición habitual ante Paraguay en el Mansiche de Trujillo. “Aquí nadie vino a jugar amistosos. Hay que acostumbrarnos a ganar y para eso necesitamos estar juntos”. La contundencia del goleador no admite dudas. Solo desnuda sus emociones y esas verdades que defiende como la pelota.
Paolo se perderá el compromiso eliminatorio del 31 de agosto ante Bolivia por suspensión pero Ricardo Gareca hoy lo pondrá de arranque, tomando en cuenta que Raúl Ruidíaz -su reemplazante- está lesionado y, además, por la categoría del adversario. Luego, podrá ensayar y observar a los chicos que vienen detrás del crack. •