La velocidad y habilidad, características de su fútbol, no fueron arsenal suficiente para que Irven Ávila burle la fortaleza y el orden chileno.
El “Cholito” buscó juntarse con Rengifo, pero el atosigamiento mapochino hizo que su función se viera disminuida, pese a su esfuerzo. Solo jugó la primera parte. El “Mago” lo cambió.