El homenaje a Julio César Uribe en La Florida y la colocación de su nombre en una tribuna del estadio Alberto Gallardo trae al recuerdo su paso por Cristal y lo que ocurrió hace 21 años cuando, en un arrebato, Juan Carlos Oblitas decidió sepultar su carrera y retirarlo del fútbol.
Luego de jugar por los Tecos de México y el América de Cali, el “Diamante” decidió retornar al club de sus amores y quemar sus últimos cartuchos.
Tenía 34 años, pero era un deleite verlo jugar. Los hinchas celestes llenaban estadios para gozar con su toque. Era un fuera de serie, un genio del balón.
Era el mes de noviembre, casi en los finales del torneo, Uribe, fiel a sus estilo frontal, ya había tenido algunos cortocircuitos con el técnico Oblitas, a quien lo acusaba de ser muy defensivo en su planteamiento de juego. Pero la gota que rebasó el vaso fue cuando, en una entrevista, Julio César Uribe apareció vestido de charro y con un titular que decía: “Yo soy el rey” en clara alusión a su conflicto con el “Ciego”.
Cuando Oblitas vio el diario, se indignó. “¡Es él o yo!”, dijo a boca de jarro a los dirigentes, quienes, para no romper el principio de autoridad, decidieron respaldar al DT. El equipo estaba por campeonar y era una locura separar al entrenador por más que el “Diamante” fuera la estrella del equipo.
Al día siguiente, Uribe sin presagiar lo que se venía, enrumbó temprano a los entrenamientos, pero en la puerta le dijeron: “Profe, usted no puede pasar, la orden es de Oblitas”.
El “Diamante” se enfureció, pidió hablar con Federico Cúneo, pero ya nada pudo hacer. Nunca más volvió a jugar. Fue un dolor profundo que lo llevó guardado por muchos años.
