La intersección de Isabel La Católica con Abtao mantienen su ruido, las losas de la Unidad Vecinal de Matute aún guardan su magia, el Alejandro Villanueva hasta vacío grita sus nombres y ellos, simplemente, no dejan de sonreír, menos de soñar.
Porque hay recuerdos que no atormentan, y Paolo Guerrero junto a Jefferson Farfán son el pasado maravilloso de Alianza Lima. Son el orgullo del “pueblo”. Son el espejo más limpio de todo “potrillo”.
Y ambos sorprendieron a la seguridad del coloso íntimo, al vecino que los vio caminar en sus inicios y visitaron al primer equipo. Claro, con el firme objetivo de darle suerte a Yordy Reyna en su nuevo rumbo en Austria.
El “Depredador” y la “Foquita” se tomaron fotos con los dirigidos por Wilmar Valencia, y no dejaron de agarrar de punto al “Cohete”. Incluso, le hicieron bromas con su nuevo fichaje al Red Bull de Salzburgo.
“En algún momento seguramente volveré a Alianza Lima y hasta viviré un tiempo por acá. El retiro de mi carrera será especial en Matute”, señaló el delantero del Corinthians.
Guerrero agregó que “al plantel lo vi bien , hay chicos jóvenes y con una importante proyección”. Así cerraron un viernes de melancolía. Como almas divinas recogieron sus pasos en aquella tierra que ayer solo los contempló.