La vehemencia, inocencia, e irresponsabilidad hicieron que tres jugadores se fueran murmurando su desgracia rumbo a las duchas antes de los 90 minutos.
Koichi Aparicio dejó en inferioridad numérica a su equipo por doble amonestación. Su pecado fue tocar la pelota creyendo que ya estaba fuera de la cancha.
Ryan Salazar con sus reclamos terminó por abrumar al árbitro y por eso se ganó tontamente la doble amonestación e inmediata expulsión del terreno de juego.
Rafael Farfán casí se lleva la pierna de Trujillo y, caballero nomás, se tuvo que ir.