Markarián era un “pararrayos” perfecto para Burga, pues desviaba la atención de la prensa con cada una de sus declaraciones. El “Mago” ponía el pecho y Burga pasaba “piola” en cada resultado adverso.
Era un binomio que se entendía de memoria. El “Mago” también comprendía que los fines políticos y sobre todo los comerciales, eran importantes. Markarián “aguantó” hasta donde pudo. Burga pensó que el discípulo saldría igual. Se equivocó.