Tan groseros y constantes fueron los desaciertos arbitrales que algunos clubes llegaron a pensar que era un tema direccionado, para favorecer y/o perjudicar a determinado equipo.
Lo más preocupante fue ver que los mismos árbitros que eran cuestionados por determinada actuación, un par de fechas después ya estaban nuevamente dirigiendo algún partido de regular trascendencia.
Hoy corresponde poner las barbas en remojo y apuntar a una reestructuración total de la Conar. De ser necesario, si la reorganización involucra la salida de sus actuales directivos y algunos árbitros, pues tendrá que darse. Ya tocamos fondo y corresponde salir a flote hace buen tiempo en el referato.