El mensaje dado ayer por el Ministro del Interior es contundente: “Si vemos a barristas haciendo violencia, se suspenderá el partido. No más una plantita o vidrio roto por un vándalo, porque cancelamos el encuentro”. Eso quiere decir que si los clubes no se ponen fuertes para frenar a los violentos, será el Estado el que tomará cartas en el asunto, aunque eso signifique suspender el fútbol.
No sabemos qué tan conscientes son los directivos del gran problema de la violencia en los estadios pero es hora que lideren todo esfuerzo para limpiar a nuestro balompié de esas lacras que se disfrazan de hinchas.