Con pocos argumentos más que la esperanza, Sporting Cristal inició hace exactamente un año su aventura bajo el mando de Roberto Mosquera. “No es un reto llegar a Cristal, para mí es un sueño”, sentenció la “Mosca”, estigmatizado por sus descensos con Deportivo Wanka, Municipal y Coronel Bolognesi.
Mosquera comprobó que sus sueños no tenían suelo firme en sus ideales filosóficos y armó un equipo a la medida de las necesidades de Cristal.
Recurrió a hombres de confianza como Ross y los “revivió” cuando ya tenían trote de frustración. Los protegió junto a “guerreros” que, como Cazulo, encontraron bajo su confianza su verdadera posición.
La “Mosca” se convenció y convenció a sus jugadores de que la raza celeste no era un simple cliché marketero y le devolvió a la camiseta celeste la frescura con pelota y el calor popular en las tribunas emocionadas. Para Roberto, autodenominado el último romántico, el sueño recién está empezando.